Chicos, ¡os propongo un reto! ¿Quién me cuenta mejor la moraleja de esta historia entre tortugas? ¿A qué os recuerda?
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Cogito ergo scribere...

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viernes, 16 de diciembre de 2016
sábado, 3 de diciembre de 2016
NUESTRA PIEDRA PRECIOSA
Hola, chicos. En la tarea de tutoría de ayer aprendí nuevas cosas de vosotros. Aprendí que sois muy valientes, porque escribisteis lo que se os pedía a pesar de sentir vergüenza o miedo. Nuestro Samuel expresó lo que sentía por alguien que es muy especial para él y comprobó que la clase, como salió al final, es muy amorosa y lo respetó y se alegró por él. Los que hablasteis de miedo a decir que os gustaba ver documentales o escribir o hablar en público porque podían burlarse de vosotros, también me sorprendisteis, porque no es fácil admitir las vergüenzas y limitaciones que tenemos. Por eso, y porque hoy es un día gris que hay que llenar de color, voy a contaros otro secreto mío (mi piedra preciosa de niña):
Cuando tenía vuestra edad había un certamen de literatura en mi colegio. Había que escribir un poema y leerlo tras un micrófono delante de todos los alumnos y alumnas, de sus padres y de varias personas importantes que sabían escribir muy bien y tenían libros publicados. Yo tenía muchas ganas de apuntarme porque me gustaba mucho escribir, pero sentía muchísimo vergüenza de decir lo que quería decir, porque cualquiera de los que estuvieran en el Salón de Actos escuchándome podría darse cuenta de que en esa época yo estaba muy triste y no era tan divertida ni feliz como otros niños. Intentaba ocultar mis sentimientos verdaderos y aunque a veces tenía ganas de llorar no lo hacía. Un día que pusieron sevillanas en clase para acabar el trimestre antes de Navidad no pude contener las ganas y me tuve que salir fuera (las sevillanas me recordaban mucho mucho a mi padre). Me di cuenta de que toda la gente me miraba con extrañeza y eso no me gustó. ¿Qué pasó entonces: escribí mi poema o no? Pues, la respuesta es que sí. Escribí el poema que os pego aquí, porque nunca lo llegué a olvidar:
Anoche cuando dormía
soñé mi gran ilusión,
pero ¿por qué era solo un sueño?
¿Por qué no podía ser realidad?
Es que soñando vivía
y era tal la realidad
que no podía ni imaginar
que todo aquello se iría
solo por despertar.
¡Por favor, no me despertéis!,
que quiero seguir viviendo...
aunque sea soñando
en realidad.
Lo que escribí era porque los días después de no tener cerca a mi padre soñaba mucho con él, y en los sueños me abrazaba y me quería mucho. Y cuando despertaba no había nadie, y mi mamá tampoco estaba porque tenía que salir siempre a trabajar para darnos de comer y hacernos la ropa (ella cosía). Y mis amigos y amigas, que tenía muchos, en ese momento no me servían tanto. Por eso prefería estar soñando que despierta.
Recuerdo que, cuando lo leí, un primo mío al que le gustaba bromear mucho me hizo daño con sus comentarios delante de todos, y yo pensé que era tonta por escribir esas cosas. Y nunca más escribí nada para enseñar a los demás. Llenaba libretas con mis poemas, pero eran solo para mí. Y así pasaron los años y hasta que no me hice mayor no me di cuenta de que necesitaba decirle a todos lo que yo escribía y sentía, y empecé a contar quién era yo en realidad y por qué sufría. Y solo cuando conté todo eso pude sentirme mejor y ser mejor persona y di mucho más a todos, porque ya fui feliz al sentir que no pasaba nada por haber sido una niña triste antes, que era normal serlo porque había pasado cosas difíciles.
Esto que os cuento lo hago siempre por si os sirve de algo y porque ya no me da vergüenza. No pasa nada lo que opinen de vosotros las otras personas con las que compartís clase o luego compartiréis trabajo. Normalmente, si alguien opina rápido algo y os lo dice y hace daño es porque no llegó a entenderos y porque seguramente no habrá vivido cosas parecidas y por eso no os logra comprender. Pero, creedme, nadie va por ahí haciendo daño porque sí, todos escondemos muchas piedras preciosas rodeadas de capas, como en el cuento de las cebollas que leímos. Y hay que dar tiempo y espacio a cada persona para que vaya quitando esas capas poco a poco. No pasa nada si nunca llega a quitarlas tampoco; tal vez sean su refugio mejor y así sea más feliz que abriéndose por completo. Hay que aceptar, en definitiva, a cada uno como es y como intenta ser. Y la mejor forma de ayudar y querer a vuestros compañeros y amigos es estando a su lado para lo bueno y para lo menos bueno, incluso estando a su lado cuando de alguna manera os hace daño sin pretenderlo. Saber perdonar y saber querer, como ayer me demostrasteis bien, es lo más importante de esta vida, y lo que nos hará libres siempre.
Gracias, Luis, por expresar tus sentimientos hacia mí de esa forma tan bonita; y a ti, Martita, por decir que yo era perfecta. Cada vez que digáis algo con sinceridad tendréis en vosotros el poder de iluminar las vidas de los demás. Y a mí me hacéis mejor persona. Sois estupendos.
Escribamos, sintamos, leamos y escuchemos mucho para seguir aprendiendo siendo alumnos del mundo.
¡Mirad, ya sale el sol! :)
Vuestra tutora
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