Cogito ergo scribere...

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lunes, 3 de abril de 2017

ENTENDER A LOS OTROS

Cada vez sois más los que sufrís por comentarios de otros hacia vosotros, tanto de profesores como de compañeros. Con respecto a eso quiero haceros hincapié en algo: las personas todas llevamos por dentro mucho agobio por nuestras familias, por los exámenes, porque pedimos más a la vida y no nos lo devuelve, etc. Es lo normal mientras vamos creciendo. Nos parece que la vida nos pertenece y que si no estamos felices es culpa de alguien. Me gustaría -sé que es difícil- que no analizaseis tanto cada comentario de los demás, porque ni la persona más buena del mundo es capaz de mantener la calma las 24 horas del día. Siempre explotamos en algún momento y normalmente lo hacemos con aquellos que más nos importan, porque tenemos más confianza y nos permitimos ser nosotros mismos. También, porque estamos como en casa y sabemos que nos comprenderán. Cuando queremos, paradójicamente, es cuando más nos enfadamos también, pero eso entra dentro de la complicidad.

Si un amigo os habla mal, probablemente os aprecie mucho y haya algo en lo que se haya sentido ofendido. No devolváis odio; devolved charla, entendimiento. El hacer daño es normal en este mundo; somos seres que se cansan, no máquinas, y cuando uno está cansado o angustiado se vuelve arisco. Es así. Todos los profesores intentan que seáis mujeres y hombres libres el día de mañana, felices; si os hablan mal es porque intentan sacar de vosotros el comportamiento adecuado a lo que podéis rendir. Y tened en cuenta que hasta que nos crezcáis no podréis valorar lo duro que resulta ser adulto. Hay mil obligaciones que atender desde que nos levantamos, y a veces no nos da tiempo ni de comer, ni de dormir... Vamos acumulando horas y horas de cansancio. Y llegar a la clase y que los niños no te escuchen y hablen sin respetar que estás ahí, cuando debes dar un temario, hace que te agobies más, porque al final miras por ellos, por que aprendan, y si hablan no van a hacerlo. Un día como hoy, por poneros mi ejemplo, que llevo despierta desde las 5.30 h de la mañana para hacer las cosas de la casa y mi familia antes de salir a dar las clases, no he parado todavía. No pude comer nada en el instituto, solo algún sorbito de agua, y me vengo a casa con cada pensamiento negativo de vosotros, intentando que comprendáis que no podemos atenderos a todos como a vosotros os gustaría: no tenemos más tiempo ni más fuerza. El trabajo fuera de clase es muy duro también para nosotros, ya lo comprobaréis si sois profes. Y a esta hora, las diez de la noche, yo aún no he podido dejar de trabajar para terminar de hacer los temas de tutoría y las clases de la semana. Y eso que no tengo hijos ni marido; imaginad si los tuviera. Por eso os pido que seáis más comprensivos con quienes os educan, que aunque os parezca que estáis solos, no es así, a nosotros nos importáis mucho y en casa pensamos en qué hacer para que un alumno o alumna vaya mejor, etc. 

A veces se nos olvidan las cosas (cuando yo digo en clase que tengo la cabeza loca es por eso) y es normal porque hay tanta gente pidiendo ser atendida que llega un momento en que no puedes más. El cerebro estalla. La vida en sí es dura, no pidáis tener solo lo bueno, porque con cada cosa buena que consigáis os van a venir varias malas y difíciles. Pero eso es vivir: para avanzar hace falta perder, aceptar la pérdida. Aun con ella, vais a ser felices si conseguís entender al ser humano y perdonáis o, mejor, no necesitáis ni perdonar: el amor está por encima incluso de entender al otro. Quien lo encuentra, lo encuentra todo y a sí mismo.

No dejéis de preguntar en clase por vergüenza; nadie se mira al espejo cada día y se quiere demasiado. Todos nos tapamos la cara con algún mechón cuando nos vemos feíllos, o nos ponemos ropa que nos sienta mejor... Ni las modelos ni los futbolistas, por ejempplo, que veis con una imagen tan cuidada, son felices por ese motivo. La imagen a veces cierra más puertas que abre y esclaviza de por vida. Y quien os quiere os quiere recién levantados, con gafas, con aparatos, con granos, con mal olor, con quejas, con todo. El amor es algo que cuando vayáis experimentando compararéis con la magia: os hará estar tranquilos, en paz con el mundo. Yo no creo que se pueda ser feliz solo con cosas materiales; al menos esa es mi forma de ver la vida. Pero coged de mis palabras lo que os pueda ayudar, y lo que no os ayude dejadlo, que ya vosotros iréis sacando vuestras propias conclusiones.

No sois menos por preguntar, no sois menos por no hacer un buen ejercicio, no sois menos por no tener los ojos azules, no sois menos por tener 50 kilos en vez de 40; en fin, no sois menos que nadie por no ser todo lo bueno que quisierais. Y, como digo, quien os quiere no necesita explicaciones, ni veros perfectos. Esforzaos por conseguir la felicidad que esté a vuestro alcance, pero si os esforzáis y no la conseguís, tomad otro camino, porque siempre se abren caminos en donde creíamos que estaba la pared. Y a lo mejor tras mucho esfuerzo no lográis algo bueno, pero con los años todo eso os queda dentro y seguro que se abren otras oportunidades en las que aprovechar y poner en orden lo que lleváis en vuestras mochilas de la vida.

Preguntar antes de criticar; antes de enfadaros, hablad las cosas, que no os cueste tanto. Si pensáis que nadie hace nada por vosotros, pensad solo un momento en mí, que estoy escribiendo esto sin poder, porque tengo un ojo con el que veo muy poco y me duele mucho en el ordenador, y llevo tantas horas despierta sin parar que estoy agotada, como cada día. Y aquí estoy y estaré mientras sea vuestra tutora, porque quiero que no seáis tan cabezotas como yo fui una vez. La vida cambia cada día, y la visión que tenéis de ella también os cambiará; seréis felices si os quedáis con lo bueno de cada uno y dejáis que lo malo sea solo un acto que no podemos controlar en el momento, no nuestra identidad.

Un besito. Intentad agradecer más, valorar el esfuerzo de los otros como el propio. Todos necesitamos cariño y respeto.
 
La tutora