Hola de nuevo, chicos. He preferido contestaros por aquí para escribiros algo más sobre lo que día a día nos preocupa como grupo y como personas que formamos parte de él, no solo en el aula, sino en el instituto, y, de mayores, en la vida. Mirad, contestando primero a José, quiero deciros que todas las personas que encontramos en el camino son buenas y nos aportan cosas. Me diréis que no, que hay mucha gente que no se preocupa de nadie, que va rápido, que siempre está enfadada, irascible, con la que no se puede contar para los problemas... Bien, volved a pensar en lo que os dije el viernes: la mente de las personas es algo complicado, muchísimo, y a veces tenemos la idea de lo que queremos y no sabemos cómo expresarlo, y a veces sabemos que si decimos algo o hacemos algo producirá daño, pero no encontramos la manera de no hacerlo o no decirlo. La mente nos limita como personas. Y eso depende de la genética de cada uno y de lo que haya vivido desde que nace. Incluso depende, fijaos, de si hacemos o no ejercicio, en si escuchamos o no música, de si nos paramos o no a mirar los prados verdes, el sol, los atardeceres, el silencio. Para poneros un símil, os diría que la mente es como un animalillo en medio de un bosque hermosísimo en donde en cualquier momento puede aparecer un peligro. Tenemos todas las posibilidades en ella cuando nacemos sanos, o la tenemos más limitada cuando nacemos con alguna dificultad o enfermedad. Y según eso, sumado a la voluntad de cada uno, que también es genética en muchos casos -según parece- vamos actuando en la vida como podemos, como nos deja quienes somos, como vamos sabiendo.
A veces, como este viernes, hacemos algo que creemos va a ayudar a sentirse mejor a otra persona y esa persona se siente señalada y, por ende, diferente, y se agobia. Yo soy vuestra maestra, pero no lo sé todo, soy siempre otra alumna más como vosotros y vosotras, y a medida que voy haciendo las cosas voy aprendiendo si lo que hice era o no adecuado. Y para que sea adecuado debemos conformarnos con que lo sea al menos para una de las personas que nos preocupan; no se llega igual a todos en un grupo, por el mismo motivo que no podemos hablarles a los otros de la misma manera: unos nos conocen un poco más y saben que si hablamos alto es porque estamos nerviosos, otros nos conocen menos y piensan que si hablamos alto es porque estamos enfadados con ellos... Es muy muy difícil llegar a los corazones de los que nos rodean. Por eso siempre os digo que debéis estar a gusto con vosotros mismos si hacéis en cada momento lo que vuestra mente y vuestras circunstancias os permite. Aunque los otros no os comprendan en ese instante, con el paso de los años cada uno va dejando una estela tras de sí que al mirar atrás y con las experiencias son recordadas normalmente con la benevolencia que no se tenía antaño.
Muchas veces pedimos demasiado a las personas que tenemos cerca, a los que queremos, y nos duele que no estén, que nos riñan, que nos hagan algún tipo de desprecio. Pero con el tiempo y las pérdidas que vamos teniendo somos capaces de entender que ni había desprecios intencionados antes ni nos reñían porque éramos los más malos: suele haber mucho amor en los que nos hablan con cierto enfado. El amor y el odio van unidos, pero lo mejor de todo es que el amor gana siempre y que el odio solo queda como reducto de lo que un día necesitábamos escuchar y no tuvimos, o de lo que otro día necesitábamos tener y no conseguimos tras mucho esfuerzo. La vida debéis tomarla como regalo siempre, aquí nadie viene a hacer daño aposta, sino que este es fruto normalmente de creencias que están erradas o de inseguridades que no dejan ser a la persona como le gustaría. ¿Quién no se ha lenvantado alguna vez cabreado/a por verse feo/a en el espejo y sentir que así no va a interesarle a nadie? ¿Quién no se ha acostado alguna vez con la rabia de no ser entendido por su madre o su padre y creer que les importa menos que el día anterior? ¿Quién no necesita un abrazo muy fuerte y no lo pide porque la gente dice que es de débiles necesitarlo? ¿Y si yo os dijera que es de valientes abrazar? ¿Y si yo os dijera que casi nadie dice "te quiero", "te necesito hoy, ven a verme", porque hay que estar muy muy seguro de lo que uno vale para hacerlo? No penséis que sobráis en los sitios porque nadie os atiende. La gente no tiene tiempo de pararse a decirle a cada uno lo especial que es, lo que le ayudó ayer con una palabra, lo que lo echa de menos. Esta vida se complica por momentos y hay que atender sobre todo a las necesidades más básicas que tenemos: la salud, los problemas de cada hogar, la economía, los miles de papeleos que hay que llevar adelante... Como os decía arriba, para llevar a cabo todo eso que es supervivencia estamos limitados por nuestras capacidades; nuestra mente tendrá su tope y llegará un momento en que la cargaremos tanto que querremos mandar todo al viento fresco. Nos cabrearemos con el mundo por no darnos la felicidad que buscamos, por no escuchar nuestras peticiones, por no dejarnos dormir. Y en esos cabreos nos llevaremos por delante a personas que queremos seguramente, pues son esas personas las que tenemos más cerca y lo vivirán con nosotros.
Como grupo de la clase y de la vida luego, yo os aconsejo tener paciencia, escuchar mucho, observar mucho, y contar hasta cien antes de hablar y valorar lo que otros hicieron o dejaron de hacer. Y luego de haber contando, si no habéis sido capaces de calmaros, hablad, enfadaos, enfadaos pero no os deis nunca la vuelta, esperad a que la otra persona os replique, a que el mundo os hable, porque seguro que tiene una explicación. El enfado no tiene que incluir las palabrotas, pero sé que son inevitables cuando estamos al límite de los nervios, pues nos han enseñado que ese lenguaje más feo es el arma que tenemos para decir: "esto me está doliendo mucho y no lo entiendes". Yo misma cuando voy conduciendo a veces o antes cuando tenía mucho agobio por problemas en mi casa decía algunas y me sentía muy mal por ello, pero no podía evitarlo. No pasa nada, es una válvula de escape y con el tiempo sabréis aceptar las cosas con otra fuerza de madurez que hará que cada vez habléis menos y mejor. La gente no necesita a veces ni hablar para entenderse: solo una mirada que está atenta y te sonríe porque ha visto cómo te has preocupado por algo y te comprende a veces es la comunicación mayor. Siempre habrá alguien que os entienda, siempre, y siempre habrá alguien que no necesite veros ni guapos ni perfectos para querer quedarse a vuestro lado y volver al día siguiente, y al otro.
Yo descubrí en la enfermedad lo hermoso de los atardeceres, porque en ellos parece que está la humanidad entera representada y que podemos pensar en lo mejor de cada uno. Cuando escucháis música que os gusta, cuando estáis cómodos en algún lugar que os atrapa, ¿no pensáis siempre con bondad de los demás? ¿No queréis llamar en ese momento a la gente y decirle: te quiero, ojalá estuvieras aquí viendo esto? Pues ese es el secreto de lo que somos y de lo que nuestra singularidad a veces esconde con tantas inseguridades y limitaciones y cansancios y pérdidas y frustraciones... El amor es el único acto racional, eso dijo un viejo profesor enfermo de ELA que perdió todo con lo que poder disfrutar del mundo y seguía entendiendo y perdonando a los que nunca estaban o solo estaban a veces. El libro que te recomiendo, Irene, respondiéndote a ti, es "Martes con mi viejo profesor"; ese libro para mí habla directo al alma y las cosas que no entiendas las conocerás a medida que camines por este mundo.
Soy vuestra maestra, una más de entre mucha gente que intenta ayudar y hacer bien las cosas. Tal vez tengo más capacidad de calma y haya vivido muchas pérdidas ya y no me enfade por cosas con las que antes sí lo hacía, y por eso me veáis buena. Pero yo soy como todos, humana, y también he hecho mucho daño y seguramente seguiré haciendo cuando no lo pueda controlar. Dadle oportunidad a las personas de ser como son en cada momento, porque solo el tiempo os dirá lo que es el amor y lo que esas personas os querían. Y daréis las gracias a la vida por daros nuevas perspectivas y fuerzas para entender y ser felices casi nada.
Aunque os sintáis solos, siempre, siempre -os lo prometo- alguien estará pensando en vosotros. Dad oportunidades, recapacitad cada vez que podáis, dad mucho a este mundo; así la soledad nunca os ganará la partida.
Pulsad aquí y gracias por vuestro cariño.