Hola, chicos. Quería deciros algo respecto a lo que me comentáis en las tutorías o al final de las clases. No es fácil pasar mucho tiempo junto a otras personas sin sentirnos juzgados o mal entendidos; siempre pasa, aunque esas personas sean de nuestra sangre. No es fácil entenderse porque cada uno ve las cosas de manera diferente. Nadie tiene la razón absoluta como os decía ya a principios de curso, sino que cada persona tiene sus necesidades y sus características y según eso actúa. Por ejemplo, hay personas a quienes les encanta ayudar a los que creen necesitados y a veces hacen cosas sin permiso que pueden hacer pensar a los que reciben esa ayuda que son débiles o pequeños o muy niños. Si Fulanita cree que defender a Menganita ante una injusticia es bueno, lo hará sin pedirle permiso, porque pensará que su acto va a beneficiarla y porque la quiere. Sin embargo, Menganita puede pensar que Fulanita la está defendiendo porque no confía en que ella sola sepa hacerlo; es decir, Menganita puede pensar que Fulanita la ve debilucha y por eso le quiere sacar las castañas del fuego, y se pondrá triste o se enfadará con ella.
Este lío que se me acaba de ocurrir lo escribo para que entendáis que no siempre ayudar a otros es bueno; a veces les hacemos daño. Si nuestra madre continuamente nos está preguntando si hemos hecho las tareas, si sabemos hacerla, etc., nos puede parecer que no confía en nosotros, con lo grandes que somos ya para saberlo hacer solitos. En esos casos, a veces, contestamos mal a la gente que se preocupa por nosotros, porque realmente pensamos que sobra esa preocupación y que nos está controlando demasiado. Son complicadas las relaciones humanas, siempre, y yo suelo decir que si dijésemos todo lo que pensamos en cada acto tal vez sería más fácil quererse. Pero también pienso que no siempre es bueno decirlo todo, porque casi nunca conocemos lo suficiente a las otras personas como para poder valorar lo que hacen o dicen. Un día al escucharlas nos puede parecer que esas personas son algo débiles porque, por ejemplo, se estén quejando de algo que para nosotros no tiene importancia; otro día nos puede parecer que esas mismas personas son muy sabias porque han hablado muy bien delante de mucha gente y no se han puesto nerviosas; otro día nos puede parecer que esas personas son muy malas porque nos han hablado mal para corregir una actitud que no debía ser, y otro día podemos darnos cuenta de que esas mismas personas que antes nos parecían malas son en realidad muy buenas porque están haciendo lo que creen mejor para nosotros y se están peleando incluso con otras por defendernos.
Nadie tiene la verdad de nada, eso es lo que debéis intentar entender, y cada día que pasa se ven las cosas de manera diferente. Alguien dijo una vez que había que caminar hasta que nos alcanzara la vista y que una vez allí seríamos capaces de ver más allá. Es una metáfora de la vida, de lo que somos hoy y seremos mañana, porque nunca somos los mismos cada noche que nos acostamos. Siempre vamos aprendiendo cosas de nosotros, de cómo somos y por qué reaccionamos como lo hacemos, y siempre vamos aprendiendo cosas de los demás, de cómo son, de cómo son en los momentos en que los tratamos. No puede decirse: "Esta persona es así", sino que cada etapa de su vida será como pueda ser según las circunstancias que tenga. Por eso no es bueno etiquetar a nadie, porque hoy podemos ser graciosos si así nos hacemos más fuertes ante los demás, mañana podemos ser serios porque los demás no nos imponen tanto y somos más naturales, etc. La esencia de cada uno va por dentro, es invisible, y por eso aunque riñamos, juzguemos, digamos... es bueno pedir disculpas cuando comprobamos que hemos hecho daño por creernos con la posesión de la verdad.
Y lo más importante, lo más, es saber con qué intención estamos diciendo o haciendo las cosas; si esta intención es buena -para nosotros-, no debe hacernos sufrir tanto cómo sean escuchadas nuestras palabras o cómo sean vistos nuestros actos. Cada cual pensará de una manera y no podemos arreglar el mundo solo con ser nosotros mismos. Podemos trabajar y tener amistades a las que ayudar para mejorar este mundo, pero no necesariamente en el trabajo seremos siempre felices aunque nos guste, ni tampoco necesariamente haremos felices a nuestros amigos aunque nos empeñemos, pues la felicidad es algo que siente cada uno muy dentro de sí, y no depende de la fuerza con la que otros nos la ofrezcan. No os sintáis culpables por no saber cómo querer a los demás. Nadie saber quererse a sí mismo sino hasta que crece mucho -y, a veces, tampoco-, así que no será fácil que admita que otros lo/la quieren sin hacer grandes esfuerzos para ganarse eso tan grande. Tendemos a pensar cuando alguien nos quiere mucho que tarde o temprano se acabará, y que si no hacemos algo para que se sienta orgulloso/a de nosotros, nos desatenderá. No pasa nada si alguien que hoy nos quiere mucho mañana no nos dice ni hola; a lo mejor es que ese día está muy agobiado/a y ni se ha acordado de que estamos necesitados de ese hola. A lo mejor da tanto por hecho que sabemos que nos quiere que no necesita demostrárnoslo. Eso pasa mucho. Normalmente damos muchas cosas por hecho. Y el problema viene cuando tenemos días sensibles y necesitamos un abrazo porque no nos sentimos tan valiosos como otras personas; el problema viene cuando ese abrazo no llega en el momento justo.
Todo esto que tal vez os suene extraño lo entenderéis algún día. Ahora mismo lo que yo os aconsejo es que sigáis estudiando como lo hacéis (que los exámenes no están tan mal como pensaba...), que penséis en qué os gustaría convertiros en esta vida y que hagáis lo necesario para lograrlo. Aunque creáis que no podréis llegar, a medida que vayáis creciendo iréis perdiendo miedos y culpas, y os iréis haciendo fuertes para lograr vuestras metas. Sobre todo, no dejéis de retaros a vosotros mismos, aunque un profesor, un padre, un amigo... os haga creer con sus palabras que no va a merecer la pena. A veces hablamos sin saber bien lo que estamos diciendo, y a veces hablamos midiendo demasiado bien lo que vamos a decir y tan bien lo medimos que nos queda precioso pero no llega a nadie, porque no es la auténtica verdad de lo que sentimos. La naturalidad es algo que os abrirá muchas puertas y también os cerrará otras tantas. Ahí debéis elegir vosotros cada vez, según como cada uno vea que es mejor para avanzar.
Yo os apoyo y aunque me equivoque intentaré siempre deciros cómo veo las cosas cuando me preguntéis.
Un abrazo muy grande para cada uno de vosotros, todos sois mis preferidos. Y nadie es perfecto en todo, quien hace muy bien una cosa es seguro que tiene dificultades en otra, pero lo que pasa es que no lo sabemos. Solo se conoce a la gente cuando pasamos con ella las 24 horas de cada día, y tampoco eso nos lo asegura. Así que no sufráis tanto por pareceros a otros mejores, o porque nadie os valore especialmente, pues todos sois especiales ya.
Vuestra tutora que os quiere
> Hoy es la primera vez que he visto a Juan Jesús sonreír de verdad, como para él solo, sin medir el efecto de ese gesto en otros, y fue hablando de una profesión que le gustaría llevar a cabo y que nadie -ni su madre- sabía. Ojalá vaya tras ello, porque seguro que lo hará genial. Espero que pueda leer esto también. Te esperamos de vuelta.
Chicos, cada día os descubro un poco mejor y quería daros otro pequeño consejo que a mí me dieron una vez: Cuando no os sintáis a gusto con lo que sois o lo que tenéis al lado, cuando reclaméis que otro haga algo que necesitáis, hacedlo ver de alguna manera. Nadie va a darse cuenta de vuestras necesidades si no lo decís; bueno, hay gente que sí, que es muy observadora, pero generalmente vamos tan deprisa por la vida que si queremos que algo cambie hay que decirlo, sin vergüenza o miedo a las represalias o a sere vistos como débiles. Hay demasiados valientes que solo lo son por fuera. No sois malos como para que alguien os odie solo por decir vuestra opiniòn y pedir un poquito. Pedir es bueno. No calléis tanto si necesitáis soltar cosas. Solo hablando nos conocemos y normalmente somos nosotros nuestros peores enemigos;los demás no piensan de nosotros nunca cosas tan malas. Creedme.
ResponderEliminarMuchos abrazos de los que aprietan.
De mi si pensaran cosas malas
ResponderEliminar