Bueno, en clase me sorprendisteis, y hasta ahora no he terminado de releer vuestros escritos y asimilar lo que significa que niños y niñas de vuestras edades se organicen en secreto para hacer algo bueno por alguien a quien apenas conocen. Aunque me repita, quería daros las gracias por valorar tantos pequeños detalles en los demás; yo solo hago mi trabajo y de alguna manera intento que veáis que todos tenemos malos días y todos tenemos problemas que superar y con los que debemos convivir, así que cuando caemos en un grupo, por muy diferentes que parezcamos unos de otros, al final, cuando vamos conociéndonos, nos parece como si los miedos del otro fueran nuestros y viceversa. A eso se le llama ósmosis: ese compartir y participar todos de todos y yo estoy muy feliz de poder guiaros un poco en esa tarea. Me han emocionado vuestras palabras y quería deciros, así, en general, que demos siempre cabida a los demás y que no pasa nada por decir que no a alguien (cuando no os gusta sentaros con un compañero determinado, por ejemplo) si os parece que de alguna manera os va a hacer sentir mal, pero antes de decir que no -o dos meses después de decirlo- probad el reconsiderarlo, porque de lejos todos somos invisibles y solo en el contacto directo, a veces en los menos perpectible, vamos conociendo por qué el otro hace o deshace, dice o deja de decir. Me consta que todos sabéis ser grandes y por eso sabréis escoger en cada momento de mis palabras lo que os venga bien para avanzar y no os duela, y si os duele mucho algo que yo digo o hago, o que otro dice o hace, antes de dar carpetazo al asunto, intentad hablarlo y decir: "Usted me ha hecho daño por esto", como hizo Juan Jesús. Es normal hacer daño porque todos somos vulnerables a ciertas cosas que los otros no tienen por qué conocer. Y aunque digamos que nos rendimos, nunca nos rendimos en serio, porque de cada paso sacamos alguna enseñanza que nos obliga a ver de otra manera lo que antes creíamos dominar absolutamente. Todo es cuestión de ir dejando que la vida entre por nosotros, arriesgarnos a vivirla y perder cosas, ser sinceros; ser sinceros es de las cosas más difíciles de este mundo. A nadie le gusta que le digan lo que debe o no debe hacer; cortar las alas no asfixia. Pero si alguien nos quiere y nos asfixia en algún momento de nuestras vidas seguramente sea porque no se estará dando cuenta de que no era el momento de guiarnos sino de soltarnos cuerda, y así es siempre. Es complicado querer; querer mucho es bastante más complicado, porque quien tenga la experiencia negativa de algo intentará salvaros de ella y de alguna manera os limitará sin darse cuenta. Y querer dando libertad absoluta para que os caigáis duele demasiado; es una suerte lograr ese equilibrio sano y necesario: estar siempre pero solo cuando nos necesiten.
Cuando necesitéis ser esa piedra dura del poema que leímos ayer, la que no siente, no pasará nada si en esos momentos otros piensan que sois ariscos, serios o maleducados. Todo pasa en esta vida y pensad que no sois lo que piensa de vosotros María, Juan o Pepe, sino todos aquellos actos y errores que os hacen sentir más parecidos a como sois cuando escucháis alguna canción que os emociona, o veis una película que os hace llorar de felicidad o duelo. No pasa nada si no sabéis quiénes sois ahora, ya lo iréis sabiendo, y aunque os parezca que ya conocéis todo lo que más o menos vais a encontrar en la vida, poco a poco os daréis cuenta de lo poco que sabíais cuando creíais saber. Eso, para mí, es lo más maravilloso de estar vivos: nada está dicho, todo puede crearse y todo puede convertirse si es lo que queremos. Así que mi consejo hoy es que escuchéis mucho y no desechéis a las personas por que en un momento dado se junten para haceros daño de alguna manera, por ejemplo, con unas risas que no compartís porque os avergüenza aquello de lo que se ríen. A veces nos reímos por no pensar en lo que nos duele de nosotros mismos, y quien se ríe de otro para aliviar sus problemas está perdonado desde antes de comenzar. Ni llorar es malo siempre, ni reír refleja siempre un estado de placer, todo es relativo y ya lo iréis entendiendo. Sed vosotros mismos y buscad aquello que cada día os haga ser mejores personas sin forzar nada en los demás; la gente que no pide ser analizada no necesita serlo, solo acompañad en silencio y todo saldrá bien.
Quiero tremendamente a cada uno de vosotros, porque aunque no sepa cómo sois cuando no estáis conmigo, me basta con ver cómo mantenéis el respeto por alguien como yo que a pesar de cumplir cuarenta es una verdadera niña que solo aprende.
Gracias por todo, chicos. ¡A por el curso!
Agueda,¿ y la foto que nos hicimos en la clase?
ResponderEliminarNo me la han pasado todavía...
ResponderEliminar