Cogito ergo scribere...

Cogito ergo scribere...
Cogito ergo scribere...

sábado, 27 de mayo de 2017

EL PRECIO QUE HAY QUE PAGAR



Ayer en la excursión volví a escucharos decir que para vivir así, con tantos problemas, mejor no vivir, que la vida era una mierda. Me dolió, me duele que niños y niñas con vuestra edad piensen eso. No es lo que os he enseñado. Sigo sin ser modelo de nada, pero sí os puedo hablar de lo dura que es la vida. Todo lo he tenido que trabajar mucho para estar hoy delante de vosotros y nadie me ha regalado una nota o un dinero para que los años previos fueran más fáciles. Nunca me fui de vacaciones a ningún sitio porque no teníamos nada, pero fui muy feliz viajando donde quería con lo que leía o escribía o imaginaba. No pasa nada, como decía ayer alguien, por que yo no tenga alguien que me dé todo; lo he tenido y seguramente lo volveré a tener algún día. La cuestión en esta vida es entender que aquí venimos de regalo y que por muy difícil que se nos presente todo, vosotros y vosotras, con vuestras manos y vuestro esfuerzo continuo, seréis los responsables de lo que tendréis, y solo será una mierda si dejáis que así sea, si así actuáis, si es lo que construís por rendiros antes de tiempo.



No podéis buscar a toda costa la felicidad como pensáis que esta es, porque ya os daréis cuenta de que lo que pensabais que os hacía felices luego os hará sufrir, y lo que pensabais que no significaba nada para vuestra vida, luego quizás lo sea todo. Sois muy pequeños todavía para poder hacer análisis de lo que veis, de lo que os rodea. Vais a equivocaros mucho si continuamente analizáis cada cosa y si continuamente pensáis que la vida del que está al lado es más fácil que la vuestra. NO ES ASÍ (mayúsculas=grito).

No me importa seguir exponiendo mis debilidades si con eso os ayudo algo; en esta vida hay que arriesgarse mucho para conseguir muy poquito. Por eso os voy a contar otra historia real:



Mi abuela Reliquias, la madre de mi padre, tenía una mente prodigiosa; era muy lista. Pero, de pequeña, muy pequeña, cayó en una hoguera y se quemó toda la cara. Estaba desfigurada, no lucía bonita ni perfecta ni usaba maquillajes para cubrir sus defectos, porque no se lo podía permitir y porque no existían los adelantos de hoy. Tuvo seis hijos. Su padre, al que no conocí, fue siempre muy pobre, y para ir y venir al trabajo, que era en el pueblo de al lado, guardaba lo que costaba el autobús para juntar para el futuro. Así pudo nacer mi abuela, y pude nacer yo. Mi bisabuelo iba a pie cada día: 14 kilómetros de ida y vuelta. Llegaría reventado del trabajo en el campo y de esos 14 kilómetros bajo el sol caliente, bajo la lluvia, el viento, lo que hiciese, pero no se rendía; quería un futuro como él construyera, una casa, una familia, unos hijos. Mi abuela, cuando yo iba a verla los domingos por la tarde, me contaba con orgullo quién era su padre y cómo gracias a él pudo vivir un poco mejor. No se quejó nunca, al menos nunca delante de mí, de la mala suerte que había tenido de niña al quemarse o al quedarse ciega años más tarde.



Mi abuela, antes de romperse la cadera y de que mi padre muriera, hacía los mejores guisos de todo el pueblo. Entrabas en su cocina y todo olía delicioso, como a cielo; así debe de oler el cielo. Y ella se ponía muy contenta cuando íbamos todos sus hijos y nietos a comer allí y a charlar de lo que fuese. Salía al patio, que tenía un gran limonero, y le gustaba cerrar los ojos y levantar la cabeza para recibir los pequeños rayos de sol que se filtraban por entre el ramaje. Siempre me gustó eso de ella: se ilusionaba con cualquier cosa. Era feliz. Échale una pizquita de hierbabuena al tomate cuando lo frías, niña, verás qué rico –me decía sonriente cuando yo crecí y ya hacía mis propias comidas. Y me lo decía desde una cama en la que no podía moverse y en la que toda su vida era girarse de un lado o de otro y dejar pasar las horas. Dejó de querer alimentarse cuando mi padre murió sin poder tragar, y más tarde dejó de poder comer porque tenía problemas de vesícula. Muchas, muchas eran las veces en que decía, como vosotros, que la vida era una mentira muy grande y que aquí solo veníamos a sufrir, que quería morirse. Pero cuando yo llegaba los domingos por la tarde y le decía bajito “abuelaaaa” desde la puerta de su cuarto, para ver si estaba dormida o despierta, se revolvía entre las sábanas y contestaba desorientada: “Niñaaa, ¿eres tú?”, y enseguida buscaba su almohada doble para empujar con ella su cuerpo y erguirse para recibirme nuevamente.  Muchos domingos no podía ir a verla, porque la vida se me complicó a mí también y  debía trabajar mucho para tener algo de dinero, y a veces estaba tan tan cansada que pasaba los domingos acostada y cogiendo un poco de fuerzas para poder seguir el lunes. No quería ver a nadie muchas veces, porque la gente cuando sale se divierte, baila, ríe… y yo no tenía fuerzas más que para trabajar y hacer las cosas que tenía que hacer por los míos, por la casa, los papeleos, las cosas que tenía que arreglar; todo lo que requiere estar vivos. Sin embargo, ella hubo un tiempo en que dejó de pedirme más, porque había entendido lo que costaba hacerse un hueco en el mundo ahí fuera: había entendido que yo la quería como para dedicar mis tres horas libres del domingo a estar junto a ella. Me recibía con tanto cariño y tanta alegría que no puedo escribiros esto sin emocionarme, porque la sigo viendo sonreír con esa boca sin dientes y esa belleza que era solo suya.



A veces durante años nos sentimos fuera de lugar en todos los sitios: fuera de lugar en nuestra familia; fuera de lugar entre nuestros amigos; fuera de lugar en nuestra clase, entre nuestros compañeros de trabajo… Y ahí corremos el peligro de sentir que nada merecía la pena y que ningún sufrimiento es recompensado, que para qué tanto esfuerzo. Hoy lo que os vengo a decir es que cada movimiento nuestro tiene una repercusión en otros y que normalmente no somos conscientes de ello hasta muy pasados los años, y que por eso sentimos que nada de lo que hacemos sirvió para nadie, porque todo el mundo sigue su vida y generalmente está disgustado. Volviendo al ejemplo de mi abuela, y escogiendo un nombre ficticio para mi alumno o alumna, os quiero terminar de contar que Julia siempre estaba triste porque se sentía sola, porque en casa le decían que era mala y que ojalá desapareciera, porque en clase no tenía apenas amigos en los que confiar, porque sentía mucha vergüenza de sí misma, porque no había nadie que quisiera pasar con ella todas las horas de un mismo día. Entonces lloraba en su habitación y no contaba nada a nadie; se hacía la dura y caminaba al instituto un día más con otra carga más en su conciencia. Julia en una de nuestras charlas de tutoría pudo confiar en mí y logré saber qué le pasaba. Ella no supo entonces que me hizo feliz por poder ayudarla a sentir que no era ninguna niña desastrosa, sino todo lo contrario, y tampoco supo entonces que era el motivo de felicidad de mi abuela cuando los domingos me sentaba junto a su cama y dejaba pasar las horas hablando de lo que entendíamos a Julia, de lo que ya la queríamos. Julia era infeliz pero daba la felicidad a otra gente a la que ella no podía ver y que su vida era solo estar tumbada en una cama.



José, Samuel, mis dos Celias, Luis, mis Julios, Lucía, Juanje, María, Quique, mis Martas, Rocío, Verónica, Paula, mis Irenes, Froy, David, Pablo, mis Ivanes, Daniel, Ainhoa, Coral, Nerea, Nuria, Fátima y todos mis demás alumnos y alumnas de 1.º, 2.º, 3.º de ESO y 1.º de bachillerato deben saber que están siendo muy importantes para gente que tal vez no conozcan o que solo vean un rato cada día de lejos, que quizás esa gente haya dedicado su vida a poder compartir lo que les sucede a los otros y eso sea el motivo por el que se levanten cada día. Nunca sabemos lo importantes que podemos llegar a ser con solo estar vivos. No quiero que dejéis que el miedo o las frustraciones os hagan sentir que aquí estamos solos y vacíos. La vida es hermosa cuando la hacemos nosotros hermosa y está en vuestras manos ser fuertes para construir futuro o rendiros a lo evidente. Ni somos un sueño las personas que vivimos felices ni vosotros no podéis alcanzarlo. Vivir es una carrera de fondo, muy de fondo, llena de flores sencillas por los caminos que podéis recoger o no. Está en vuestro coraje hacerlo.



Sé que entendéis lo que os digo. Y reprender o echar al pasillo tal vez sea sinónimo de confianza ciega en la persona que castigamos, para que se dé cuenta de lo que vale y deje ya de sufrir. Pienso que más vale reñir y ser odiados un día que callarnos y no servir nunca de revulsivo a nadie.



Os quiero y ya no sé cómo decíroslo: la vida es maravillosa; no os la perdáis. No hagáis al mundo lo que no queréis para vosotros. Confiad, confiad siempre.

La tutora

domingo, 21 de mayo de 2017

MICRORRELATOS SELECCIONADOS

Pues, ahora sí: ahí van los micros que habéis escrito y que han sido seleccionados por su originalidad y estética. Los que habéis participado y no estáis sabed que hemos disfrutado mucho leyéndoos, porque no es fácil crear y vosotros con tan poca edad siempre nos sorprendéis. Es cuestión de gustos, no es que los que no están sean menos buenos. Nunca dejéis de escribir y expresaros; me encanta cómo lo hacéis.



Microrrelatos escritos por la técnica del “tachamiento”

(Sobre textos extraídos de la obra Oliver Twist, de Charles Dickens)



-Ya no lo tengo- dijo.
-Pero tenemos un lío.
Esa es la parte que podría, con toda seguridad, confrontar las melodramáticas historias de una docena de doctores.

Paula Hernández Escalonilla. 1.º ESO B




¡Ya lo tengo! Puede ser que su tía, al curarle el brazo a un delincuente, lo abandonara a su suerte. Pero, pasada la noche, con dolor, llanto y ansiedad, volvió a la sala para contar quién lo había herido.

Lucía Castilla García. 1.º ESO B




A ver, déjenme pensar… –dijo. Al final se detuvo y concluyó:
-Creo que, si me permiten ustedes, podré hacer algo por ayudarles.
-Está bien –dijo el doctor. Lo primero es reconocer al delincuente.

Salieron de la habitación. Oliver se sentó junto a la cama, pero había perdido seguridad. Por la noche, recibió un balazo. Giles había logrado su propósito.

Nuria Úbeda Duarte. 1.º ESO B




-Déjenme pensar… ¡Ya lo tengo! Creo que si me permiten ustedes regañar un poco a Giles podré hacer algo por ayudarles.
-Está bien –dijo el doctor.
-¿Cómo? -replicó Giles.
-Lo mejor será confrontar la versiones de los dos –concluyó el doctor.

Quique Corrales Asquit. 1.º ESO B




El capitán, su compañero y el doctor no podían dejar de pensar en abrir las cortinas, pero tras ellas reinaba la noche.

Lucía Ruiz Domínguez. 1º ESO F



Me detuvo para decirme que deseaba verme; le encontré esperándome. Me propuso que eligiera el camarote de cualquiera de los oficiales para el resto del viaje: prefería seguir en el mío. El capitán prefería que dejara el camarote y le permitiera cerrarlo.

El doctor me preguntó si esa noche me acosté tarde. Eso me irritó, por lo que comprobé que Robert desde la litera a través de la portilla estaba entrando en la habitación y me acerqué. Me volví, crucé corriendo la habitación; detrás de las cortinas salió una bocanada de aire. Agarré algo, al tirar de él se abalanzó violentamente. Salió corriendo, eché a correr, regresé a mi camarote. Permanecí despierto toda la noche.

Lucía Osto Mena. 1.º ESO F



Déjeme decir que creo que podré ayudarlo. Después hablaré con las mujeres y los niños:
-Abrid los ojos, despertad y enjugad las lágrimas; las sirvientas seguís presumiendo de heroísmo. No vais a morir. Es un problema de nervios con toda seguridad. Mirad al médico.

Por separado pasemos la noche adquiriendo docenas de buenos propósitos.

Arturo Martínez Amador. 3.º ESO C

APRENDO ABREVIATURAS

Os dejo una página de la RAE en donde podéis ver más abreviaturas que se usan en los diccionarios. Fijaos en que si la palabra se escribe con mayúscula, como el caso de los países, la abreviatura también se escribe con mayúscula inicial. Es obligatorio, como siempre os digo, ponerle el punto final a la abreviatura para que sea correcta.

Pulsad aquí


jueves, 11 de mayo de 2017

AMIGO LOBO

¡Mirad qué página más chula! Especialmente para nuestro Pablo, para que le ayude en lo que le pasa:

¡Pulsa, Pablo!

Os quiero dar las gracias de nuevo a todos por tanta comprensión hacia una particularidad que ya es nuestra. Él está sufriendo mucho y su familia también. Entre todos hacemos el mundo y espero que si tenéis problemas o dudas o si os sentís vacíos, solos... podáis hablarlo con alguien que os comprenda, como nosotros hacemos en clase. Ya sabéis que me tenéis aquí y que intento ser lo que necesitáis en cada momento pero sé que no os sirvo muchas veces, algo normal. Por eso, ponedle empeño y no os quedéis con los juicios malos que saquéis de algo o alguien; intentad ver que en cada cosita siempre hubo un soplo bueno que la creó. Normalmente el odio lleva mucho amor en las entrañas. Y vamos por la vida sin entendernos y a porrazos cuando si de verdad supiéramos veríamos que todos sufrimos mucho y todos queremos que nos quieran mucho. En fin, no dejéis de hablar cuando llegue el momento en que podáis hacerlo sin corte o miedo. Y quered mucho sin medirlo, eso nunca se malgasta, siempre os servirá, siempre con amor se crece mejor, aunque duela. El amor es el antídoto perfecto cuando todo va mal.

Os quiero, chicos. Ya nos queda poquito de curso...


lunes, 3 de abril de 2017

ENTENDER A LOS OTROS

Cada vez sois más los que sufrís por comentarios de otros hacia vosotros, tanto de profesores como de compañeros. Con respecto a eso quiero haceros hincapié en algo: las personas todas llevamos por dentro mucho agobio por nuestras familias, por los exámenes, porque pedimos más a la vida y no nos lo devuelve, etc. Es lo normal mientras vamos creciendo. Nos parece que la vida nos pertenece y que si no estamos felices es culpa de alguien. Me gustaría -sé que es difícil- que no analizaseis tanto cada comentario de los demás, porque ni la persona más buena del mundo es capaz de mantener la calma las 24 horas del día. Siempre explotamos en algún momento y normalmente lo hacemos con aquellos que más nos importan, porque tenemos más confianza y nos permitimos ser nosotros mismos. También, porque estamos como en casa y sabemos que nos comprenderán. Cuando queremos, paradójicamente, es cuando más nos enfadamos también, pero eso entra dentro de la complicidad.

Si un amigo os habla mal, probablemente os aprecie mucho y haya algo en lo que se haya sentido ofendido. No devolváis odio; devolved charla, entendimiento. El hacer daño es normal en este mundo; somos seres que se cansan, no máquinas, y cuando uno está cansado o angustiado se vuelve arisco. Es así. Todos los profesores intentan que seáis mujeres y hombres libres el día de mañana, felices; si os hablan mal es porque intentan sacar de vosotros el comportamiento adecuado a lo que podéis rendir. Y tened en cuenta que hasta que nos crezcáis no podréis valorar lo duro que resulta ser adulto. Hay mil obligaciones que atender desde que nos levantamos, y a veces no nos da tiempo ni de comer, ni de dormir... Vamos acumulando horas y horas de cansancio. Y llegar a la clase y que los niños no te escuchen y hablen sin respetar que estás ahí, cuando debes dar un temario, hace que te agobies más, porque al final miras por ellos, por que aprendan, y si hablan no van a hacerlo. Un día como hoy, por poneros mi ejemplo, que llevo despierta desde las 5.30 h de la mañana para hacer las cosas de la casa y mi familia antes de salir a dar las clases, no he parado todavía. No pude comer nada en el instituto, solo algún sorbito de agua, y me vengo a casa con cada pensamiento negativo de vosotros, intentando que comprendáis que no podemos atenderos a todos como a vosotros os gustaría: no tenemos más tiempo ni más fuerza. El trabajo fuera de clase es muy duro también para nosotros, ya lo comprobaréis si sois profes. Y a esta hora, las diez de la noche, yo aún no he podido dejar de trabajar para terminar de hacer los temas de tutoría y las clases de la semana. Y eso que no tengo hijos ni marido; imaginad si los tuviera. Por eso os pido que seáis más comprensivos con quienes os educan, que aunque os parezca que estáis solos, no es así, a nosotros nos importáis mucho y en casa pensamos en qué hacer para que un alumno o alumna vaya mejor, etc. 

A veces se nos olvidan las cosas (cuando yo digo en clase que tengo la cabeza loca es por eso) y es normal porque hay tanta gente pidiendo ser atendida que llega un momento en que no puedes más. El cerebro estalla. La vida en sí es dura, no pidáis tener solo lo bueno, porque con cada cosa buena que consigáis os van a venir varias malas y difíciles. Pero eso es vivir: para avanzar hace falta perder, aceptar la pérdida. Aun con ella, vais a ser felices si conseguís entender al ser humano y perdonáis o, mejor, no necesitáis ni perdonar: el amor está por encima incluso de entender al otro. Quien lo encuentra, lo encuentra todo y a sí mismo.

No dejéis de preguntar en clase por vergüenza; nadie se mira al espejo cada día y se quiere demasiado. Todos nos tapamos la cara con algún mechón cuando nos vemos feíllos, o nos ponemos ropa que nos sienta mejor... Ni las modelos ni los futbolistas, por ejempplo, que veis con una imagen tan cuidada, son felices por ese motivo. La imagen a veces cierra más puertas que abre y esclaviza de por vida. Y quien os quiere os quiere recién levantados, con gafas, con aparatos, con granos, con mal olor, con quejas, con todo. El amor es algo que cuando vayáis experimentando compararéis con la magia: os hará estar tranquilos, en paz con el mundo. Yo no creo que se pueda ser feliz solo con cosas materiales; al menos esa es mi forma de ver la vida. Pero coged de mis palabras lo que os pueda ayudar, y lo que no os ayude dejadlo, que ya vosotros iréis sacando vuestras propias conclusiones.

No sois menos por preguntar, no sois menos por no hacer un buen ejercicio, no sois menos por no tener los ojos azules, no sois menos por tener 50 kilos en vez de 40; en fin, no sois menos que nadie por no ser todo lo bueno que quisierais. Y, como digo, quien os quiere no necesita explicaciones, ni veros perfectos. Esforzaos por conseguir la felicidad que esté a vuestro alcance, pero si os esforzáis y no la conseguís, tomad otro camino, porque siempre se abren caminos en donde creíamos que estaba la pared. Y a lo mejor tras mucho esfuerzo no lográis algo bueno, pero con los años todo eso os queda dentro y seguro que se abren otras oportunidades en las que aprovechar y poner en orden lo que lleváis en vuestras mochilas de la vida.

Preguntar antes de criticar; antes de enfadaros, hablad las cosas, que no os cueste tanto. Si pensáis que nadie hace nada por vosotros, pensad solo un momento en mí, que estoy escribiendo esto sin poder, porque tengo un ojo con el que veo muy poco y me duele mucho en el ordenador, y llevo tantas horas despierta sin parar que estoy agotada, como cada día. Y aquí estoy y estaré mientras sea vuestra tutora, porque quiero que no seáis tan cabezotas como yo fui una vez. La vida cambia cada día, y la visión que tenéis de ella también os cambiará; seréis felices si os quedáis con lo bueno de cada uno y dejáis que lo malo sea solo un acto que no podemos controlar en el momento, no nuestra identidad.

Un besito. Intentad agradecer más, valorar el esfuerzo de los otros como el propio. Todos necesitamos cariño y respeto.
 
La tutora

viernes, 17 de marzo de 2017

EMOCIONARIO

Os subo el enlace para que nos empapemos de emociones y sepamos que todas, todas son normales... ¡Toca identificarlas en cada momento!

PARADOJAS

Buenas noches, chicos. Hoy no fui a clase por un nuevo brote del herpes en el ojo que espero me deje terminar el trimestre. El lunes haremos la sesión de preevaluación, así que llevaos las fichas rellenas y entre Irene, José y Paula, como secretaria, trataremos de escribir todo lo que el grupo necesita y aquello a lo que nos comprometemos. También es importante reconocer qué cosas vamos haciendo mal para poder mejorarlas Yo, por ejemplo, voy a empezar diciendo que en el próximo trimestre intentaré no hablar de generalidades que a muchos os puedan servir pero que a otros os pueden hacer daño. Eso que os comenté sobre las operaciones para estar más guapos es algo que considero un error cuando se abusa, ya que todas las operaciones tienen un riesgo extremo, pero seguro que hay muchas personas que se quitaron o pusieron algo y a partir de ahí empezaron a ser felices. También es fácil para mí hablaros de que la vida os recompensará esos vacíos que tenéis, porque ya los míos van siendo cubiertos de una manera u otra, pero vosotros seguro que tendréis períodos cortos o largos en los que nadie os podrá hacer sentir tan valioso o valiosa, y a vuestras edades, cuando ya comenzáis con el pensamiento racional, es muy normal sufrir mucho por cada ausencia y por cada pensamiento que creéis en el otro. 

La amistad es muy importante, pero quería deciros que aunque a veces os parezca que necesitáis que la otra persona sea solo para vosotros y de nadie más, llegará el día en el que seáis felices compartiendo todo lo bueno de esa persona con muchas otras, y sabréis también que el amor llega de muy diferente forma, no solo con un "te quiero": a veces llega en forma de boli que alguien te presta o te da porque le sobra; otras veces llega en forma de silencio cuando algo hicisteis mal y no hay bronca; otras llega en forma de beso de buenas noches, aunque no os hayáis hablado con vuestra madre en todo el día; otras veces incluso sin beso, llega solo cuando vuestra madre se mete en vuestro cuarto y observa si dormís bien o si por el contrario estáis precupados.

A vuestros padres les digo que os dejen espacio, porque lo necesitáis, y a vosotros os digo que les ganéis el espacio cuando lo necesitéis, que habléis con ellos, porque ellos fueron antes pequeños y saben de la vida. Si los cogéis en días malos, cansados, tal vez solo tengáis qe contentaros con un "bueno, hijo, ya hablaremos de eso mañana", pero eso significa que está pendiente la conversación, no que no interesáis a vuestros padres.

Yo, como os decía, voy a intentar no echaros las regañinas cuando no estudiáis todos; a veces se tiene la suerte de tener memoria y voluntad firme para estudiar en momentos en los que nadie te da cariño, pero, a veces, sin amor, sin un buen amigo al lado o unos padres que os hablen como si fuerais grandes, se hace muy cuesta arriba ponerse a memorizar nombres y más nombres. Por eso esta noche en la que yo también he aprendido de nuevo lo mucho que nos limitan las emociones, quería deciros que cada día sea un reto para vosotros, que lo intentéis, aunque ese día os veáis feos ante el espejo, o con más kilos de los que querríais, o aunque no os mire la niña que os gusta. Todo en la vida va pasando y nunca los días son iguales. Siempre hay ángeles por ahí que nos abren el camino y nos ayudan a creer que todo es posible, incluso en las pérdidas continuas que vamos a ir teniendo. Un día yo tampoco estaré con vosotros, pero eso no significa que lo haga porque me habré aburrido; al contrario, tendré que ir a abonar otra parcela y luego llegarán profesores que os enseñarán otras cosas y os alegraréis de que yo ya no esté por haber posibilitado la entrada de otros. Si os fijáis bien en la gente, bien, muy bien, todo el mundo sufre por las cosas malas de los demás y todo el mundo se alegra por las cosas buenas que les llegan, lo que pasa es que somos complicadas las personas y nos cuesta mucho expresar las emociones.
Para esto último vamos a hacer una actividad en tutoría que os va a gustar (ya les pasé el enlace a vuestros padres por ClassDojo), y para empezar con la emoción de la ADMIRACIÓN, os pego aquí las fotos de cuatro amigos que conocí por internet hace muy poco y que han ido muriendo de la enfermedad que os hable, la ELA. Solo Carlos Matallanas, el futbolista, está aún vivo pero muy malito. No hay cura para esa enfermedad y si os dejo el año que viene será porque vaya a investigarla. Necesito hacer algo por elllos. Los admiro porque sabiendo que no les quedaba tiempo de vida, se dedicaron a hacer felicies a los demás y sonreír. Eran, como diría Antonio Machado, "buenos, en el buen sentido de la palabra".

Y este vídeo es para que reflexionéis; el que habla es Jano Galán, el primero de la foto, con una voz torpe porque la enfermedad mataba los nervios que movían sus músculos; por tanto, para hablar, comer, beber, respirar, debía hacer varios maratones sin recorrer distancias físicas. El vídeo lo entenderéis más adelante mucho mejor, a medida que la vida os hable y os den ganas de volver a todos los sitios corriendo a decirle a la gente que lo sentís, que no queríais hacerle daño entonces. Cada uno vive como puede y sabe y por eso intentad no sentiros culpables demasiado. Intentad caminar hasta que comprobéis cómo se va transformando todo a cada paso y cómo siempre habrá alguien que os mire y os sepa ver el alma; la libertad vedrá del camino y de los errores, solo así seréis grandes campeones de la vida. No dejéis de soñar ni de luchar nunca.
VÍDEO DE JANO, ESCUCHAD BIEN (PULSAD)

                                                   

Por orden de aparición: Jano Galán, Fernando Leia, Fernando Mógena, Carlos Matallanas.

sábado, 11 de marzo de 2017

CUMPLEAÑOS

Bueno, en clase me sorprendisteis, y hasta ahora no he terminado de releer vuestros escritos y asimilar lo que significa que niños y niñas de vuestras edades se organicen en secreto para hacer algo bueno por alguien a quien apenas conocen. Aunque me repita, quería daros las gracias por valorar tantos pequeños detalles en los demás; yo solo hago mi trabajo y de alguna manera intento que veáis que todos tenemos malos días y todos tenemos problemas que superar y con los que debemos convivir, así que cuando caemos en un grupo, por muy diferentes que parezcamos unos de otros, al final, cuando vamos conociéndonos, nos parece como si los miedos del otro fueran nuestros y viceversa. A eso se le llama ósmosis: ese compartir y participar todos de todos y yo estoy muy feliz de poder guiaros un poco en esa tarea. Me han emocionado vuestras palabras y quería deciros, así, en general, que demos siempre cabida a los demás y que no pasa nada por decir que no a alguien (cuando no os gusta sentaros con un compañero determinado, por ejemplo) si os parece que de alguna manera os va a hacer sentir mal, pero antes de decir que no -o dos meses después de decirlo- probad el reconsiderarlo, porque de lejos todos somos invisibles y solo en el contacto directo, a veces en los menos perpectible, vamos conociendo por qué el otro hace o deshace, dice o deja de decir. Me consta que todos sabéis ser grandes y por eso sabréis escoger en cada momento de mis palabras lo que os venga bien para avanzar y no os duela, y si os duele mucho algo que yo digo o hago, o que otro dice o hace, antes de dar carpetazo al asunto, intentad hablarlo y decir: "Usted me ha hecho daño por esto", como hizo Juan Jesús. Es normal hacer daño porque todos somos vulnerables a ciertas cosas que los otros no tienen por qué conocer. Y aunque digamos que nos rendimos, nunca nos rendimos en serio, porque de cada paso sacamos alguna enseñanza que nos obliga a ver de otra manera lo que antes creíamos dominar absolutamente. Todo es cuestión de ir dejando que la vida entre por nosotros, arriesgarnos a vivirla y perder cosas, ser sinceros; ser sinceros es de las cosas más difíciles de este mundo. A nadie le gusta que le digan lo que debe o no debe hacer; cortar las alas no asfixia. Pero si alguien nos quiere y nos asfixia en algún momento de nuestras vidas seguramente sea porque no se estará dando cuenta de que no era el momento de guiarnos sino de soltarnos cuerda, y así es siempre. Es complicado querer; querer mucho es bastante más complicado, porque quien tenga la experiencia negativa de algo intentará salvaros de ella y de alguna manera os limitará sin darse cuenta. Y querer dando libertad absoluta para que os caigáis duele demasiado; es una suerte lograr ese equilibrio sano y necesario: estar siempre pero solo cuando nos necesiten. 

Cuando necesitéis ser esa piedra dura del poema que leímos ayer, la que no siente, no pasará nada si en esos momentos otros piensan que sois ariscos, serios o maleducados. Todo pasa en esta vida y pensad que no sois lo que piensa de vosotros María, Juan o Pepe, sino todos aquellos actos y errores que os hacen sentir más parecidos a como sois cuando escucháis alguna canción que os emociona, o veis una película que os hace llorar de felicidad o duelo. No pasa nada si no sabéis quiénes sois ahora, ya lo iréis sabiendo, y aunque os parezca que ya conocéis todo lo que más o menos vais a encontrar en la vida, poco a poco os daréis cuenta de lo poco que sabíais cuando creíais saber. Eso, para mí, es lo más maravilloso de estar vivos: nada está dicho, todo puede crearse y todo puede convertirse si es lo que queremos. Así que mi consejo hoy es que escuchéis mucho y no desechéis a las personas por que en un momento dado se junten para haceros daño de alguna manera, por ejemplo, con unas risas que no compartís porque os avergüenza aquello de lo que se ríen. A veces nos reímos por no pensar en lo que nos duele de nosotros mismos, y quien se ríe de otro para aliviar sus problemas está perdonado desde antes de comenzar. Ni llorar es malo siempre, ni reír refleja siempre un estado de placer, todo es relativo y ya lo iréis entendiendo. Sed vosotros mismos y buscad aquello que cada día os haga ser mejores personas sin forzar nada en los demás; la gente que no pide ser analizada no necesita serlo, solo acompañad en silencio y todo saldrá bien. 

Quiero tremendamente a cada uno de vosotros, porque aunque no sepa cómo sois cuando no estáis conmigo, me basta con ver cómo mantenéis el respeto por alguien como yo que a pesar de cumplir cuarenta es una verdadera niña que solo aprende.

Gracias por todo, chicos. ¡A por el curso!

lunes, 6 de marzo de 2017

TRISTE REALIDAD SOCIAL


Chicos, os voy a tratar como adultos, que es como necesitáis que os trate cuando las cosas van mal. He llegado con muchas ganas de veros y abrazaros y he recibido vuestro cariño con verdadero orgullo; a todos nos gusta que nos echen de menos. Pero en días como el de hoy no sé hasta dónde es bueno llevar la paciencia y si no será mejor trataros con esa mano dura que no conocéis porque no estáis viviendo una época de escasez en donde lo que primaba era comer, e ir a la escuela era solo un privilegio. Antes las clases estaban llenas de gente que en su mayoría respetaba a los profesores; nadie ponía en duda la labor del maestro, ya podía dormirse en clase: eran nuestros superiores y ahí estaban para enseñarnos. Ahora, no solo no respetáis el esfuerzo que cada uno hace para que sus alumnos y alumnas sean adultos de provecho, sino que os atrevéis a pensar que aquí estamos para cobrar e irnos a casa tan a gusto. No, un no rotundo. Ahora sí que es difícil llegar a ser profesor, cuesta mucho llegar donde nos veis, muchísimo, y la educación que hemos recibido hace que aun estando agotados del día a día vayamos al aula como si todos estuvieseis sedientos de saber. Es complicado aguantar clases y clases en donde nadie se calla porque eso solo lo hacéis con algún profesor o profesora que no os deja moveros. Eso sí entendéis que es educación: la norma estricta, y no os dais cuenta de que muchos profesores que os enseñan intentan aplicar otro tipo de norma, que es la de daros la libertad de conocer el mundo y que participéis en él. No os dais cuenta de que los verdaderos maestros son personas que no parecen nada. Hay que tirar de la seriedad continuamente, partes y más partes, para que vosotros y los padres que tenéis entiendan que el instituto es serio y, por tanto, vosotros vais a estudiar y rendir. Muchos, incluso, prefieren que sus hijos vayan a un sitio privado porque allí parece que la disciplina sube, cuando en esos sitios la realidad es que no necesitan siquiera a profesores que hayan aprobado nunca un examen de oposición.

Todo lo que se da en abundancia cansa y se desvirtúa, todo pierde el valor que tiene, y me pregunto si no habrá que perder la educación adquirida tras tantos años para que vosotros, los alumnos de esta época, la ganen. Ya sabéis a quiénes van dirigidas estas palabras y me apena tener que escribirlas porque seáis más de uno y más de dos.

En vosotros está reflexionar sobre qué vais a hacer con vuestras vidas: si os dejáis contaminar por la desconfianza o, peor, la indiferencia, o si seguís poniéndole ilusión y ganas a esto que no va a durar mucho. Dentro de nada seréis adultos y tal vez más de uno se lamente y se acuerde de nosotros con admiración. No dejéis la admiración para cuando ya sea tarde: ahora es cuando tenéis la oportunidad de agradecer y coger eso que se os ofrece gratuitamente y que desde vuestras casas tan preocupadamente reciben su pérdida entre los dedos de sus hijos.

Poneos las pilas. 

Y olvidad lo que sale por la tele: todo lo que se logra sin esfuerzo no causa más que vacío.
 

domingo, 22 de enero de 2017

NUESTRA SINGULARIDAD

Hola de nuevo, chicos. He preferido contestaros por aquí para escribiros algo más sobre lo que día a día nos preocupa como grupo y como personas que formamos parte de él, no solo en el aula, sino en el instituto, y, de mayores, en la vida. Mirad, contestando primero a José, quiero deciros que todas las personas que encontramos en el camino son buenas y nos aportan cosas. Me diréis que no, que hay mucha gente que no se preocupa de nadie, que va rápido, que siempre está enfadada, irascible, con la que no se puede contar para los problemas... Bien, volved a pensar en lo que os dije el viernes: la mente de las personas es algo complicado, muchísimo, y a veces tenemos la idea de lo que queremos y no sabemos cómo expresarlo, y a veces sabemos que si decimos algo o hacemos algo producirá daño, pero no encontramos la manera de no hacerlo o no decirlo. La mente nos limita como personas. Y eso depende de la genética de cada uno y de lo que haya vivido desde que nace. Incluso depende, fijaos, de si hacemos o no ejercicio, en si escuchamos o no música, de si nos paramos o no a mirar los prados verdes, el sol, los atardeceres, el silencio. Para poneros un símil, os diría que la mente es como un animalillo en medio de un bosque hermosísimo en donde en cualquier momento puede aparecer un peligro. Tenemos todas las posibilidades en ella cuando nacemos sanos, o la tenemos más limitada cuando nacemos con alguna dificultad o enfermedad. Y según eso, sumado a la voluntad de cada uno, que también es genética en muchos casos -según parece- vamos actuando en la vida como podemos, como nos deja quienes somos, como vamos sabiendo. 

A veces, como este viernes, hacemos algo que creemos va a ayudar a sentirse mejor a otra persona y esa persona se siente señalada y, por ende, diferente, y se agobia. Yo soy vuestra maestra, pero no lo sé todo, soy siempre otra alumna más como vosotros y vosotras, y a medida que voy haciendo las cosas voy aprendiendo si lo que hice era o no adecuado. Y para que sea adecuado debemos conformarnos con que lo sea al menos para una de las personas que nos preocupan; no se llega igual a todos en un grupo, por el mismo motivo que no podemos hablarles a los otros de la misma manera: unos nos conocen un poco más y saben que si hablamos alto es porque estamos nerviosos, otros nos conocen menos y piensan que si hablamos alto es porque estamos enfadados con ellos... Es muy muy difícil llegar a los corazones de los que nos rodean. Por eso siempre os digo que debéis estar a gusto con vosotros mismos si hacéis en cada momento lo que vuestra mente y vuestras circunstancias os permite.  Aunque los otros no os comprendan en ese instante, con el paso de los años cada uno va dejando una estela tras de sí que al mirar atrás y con las experiencias son recordadas normalmente con la benevolencia que no se tenía antaño. 

Muchas veces pedimos demasiado a las personas que tenemos cerca, a los que queremos, y nos duele que no estén, que nos riñan, que nos hagan algún tipo de desprecio. Pero con el tiempo y las pérdidas que vamos teniendo somos capaces de entender que ni había desprecios intencionados antes ni nos reñían porque éramos los más malos: suele haber mucho amor en los que nos hablan con cierto enfado. El amor y el odio van unidos, pero lo mejor de todo es que el amor gana siempre y que el odio solo queda como reducto de lo que un día necesitábamos escuchar y no tuvimos, o de lo que otro día necesitábamos tener y no conseguimos tras mucho esfuerzo. La vida debéis tomarla como regalo siempre, aquí nadie viene a hacer daño aposta, sino que este es fruto normalmente de creencias que están erradas o de inseguridades que no dejan ser a la persona como le gustaría. ¿Quién no se ha lenvantado alguna vez cabreado/a por verse feo/a en el espejo y sentir que así no va a interesarle a nadie? ¿Quién no se ha acostado alguna vez con la rabia de no ser entendido por su madre o su padre y creer que les importa menos que el día anterior? ¿Quién no necesita un abrazo muy fuerte y no lo pide porque la gente dice que es de débiles necesitarlo? ¿Y si yo os dijera que es de valientes abrazar? ¿Y si yo os dijera que casi nadie dice "te quiero", "te necesito hoy, ven a verme", porque hay que estar muy muy seguro de lo que uno vale para hacerlo? No penséis que sobráis en los sitios porque nadie os atiende. La gente no tiene tiempo de pararse a decirle a cada uno lo especial que es, lo que le ayudó ayer con una palabra, lo que lo echa de menos. Esta vida se complica por momentos y hay que atender sobre todo a las necesidades más básicas que tenemos: la salud, los problemas de cada hogar, la economía, los miles de papeleos que hay que llevar adelante... Como os decía arriba, para llevar a cabo todo eso que es supervivencia estamos limitados por nuestras capacidades; nuestra mente tendrá su tope y llegará un momento en que la cargaremos tanto que querremos mandar todo al viento fresco. Nos cabrearemos con el mundo por no darnos la felicidad que buscamos, por no escuchar nuestras peticiones, por no dejarnos dormir. Y en esos cabreos nos llevaremos por delante a personas que queremos seguramente, pues son esas personas las que tenemos más cerca y lo vivirán con nosotros.

Como grupo de la clase y de la vida luego, yo os aconsejo tener paciencia, escuchar mucho, observar mucho, y contar hasta cien antes de hablar y valorar lo que otros hicieron o dejaron de hacer. Y luego de haber contando, si no habéis sido capaces de calmaros, hablad, enfadaos, enfadaos pero no os deis nunca la vuelta, esperad a que la otra persona os replique, a que el mundo os hable, porque seguro que tiene una explicación. El enfado no tiene que incluir las palabrotas, pero sé que son inevitables cuando estamos al límite de los nervios, pues nos han enseñado que ese lenguaje más feo es el arma que tenemos para decir: "esto me está doliendo mucho y no lo entiendes". Yo misma cuando voy conduciendo a veces o antes cuando tenía mucho agobio por problemas en mi casa decía algunas y me sentía muy mal por ello, pero no podía evitarlo. No pasa nada, es una válvula de escape y con el tiempo sabréis aceptar las cosas con otra fuerza de madurez que hará que cada vez habléis menos y mejor. La gente no necesita a veces ni hablar para entenderse: solo una mirada que está atenta y te sonríe porque ha visto cómo te has preocupado por algo y te comprende a veces es la comunicación mayor. Siempre habrá alguien que os entienda, siempre, y siempre habrá alguien que no necesite veros ni guapos ni perfectos para querer quedarse a vuestro lado y volver al día siguiente, y al otro.

Yo descubrí en la enfermedad lo hermoso de los atardeceres, porque en ellos parece que está la humanidad entera representada y que podemos pensar en lo mejor de cada uno. Cuando escucháis música que os gusta, cuando estáis cómodos en algún lugar que os atrapa, ¿no pensáis siempre con bondad de los demás? ¿No queréis llamar en ese momento a la gente y decirle: te quiero, ojalá estuvieras aquí viendo esto? Pues ese es el secreto de lo que somos y de lo que nuestra singularidad a veces esconde con tantas inseguridades y limitaciones y cansancios y pérdidas y frustraciones... El amor es el único acto racional, eso dijo un viejo profesor enfermo de ELA que perdió todo con lo que poder disfrutar del mundo y seguía entendiendo y perdonando a los que nunca estaban o solo estaban a veces. El libro que te recomiendo, Irene, respondiéndote a ti, es "Martes con mi viejo profesor"; ese libro para mí habla directo al alma y las cosas que no entiendas las conocerás a medida que camines por este mundo.

Soy vuestra maestra, una más de entre mucha gente que intenta ayudar y hacer bien las cosas. Tal vez tengo más capacidad de calma y haya vivido muchas pérdidas ya y no me enfade por cosas con las que antes sí lo hacía, y por eso me veáis buena. Pero yo soy como todos, humana, y también he hecho mucho daño y seguramente seguiré haciendo cuando no lo pueda controlar. Dadle oportunidad a las personas de ser como son en cada momento, porque solo el tiempo os dirá lo que es el amor y lo que esas personas os querían. Y daréis las gracias a la vida por daros nuevas perspectivas y fuerzas para entender y ser felices casi nada.

Aunque os sintáis solos, siempre, siempre -os lo prometo- alguien estará pensando en vosotros. Dad oportunidades, recapacitad cada vez que podáis, dad mucho a este mundo; así la soledad nunca os ganará la partida.

Pulsad aquí y gracias por vuestro cariño.


jueves, 19 de enero de 2017

GENIOS DE LA VIDA

Ayer, mientras repartía las notas, alguien me pidió que no las dijese en alto. Me gusta la privacidad de cada uno, pero esta se pierde normalmente cuando hay mucha gente alrededor y tarde o temprano nos vamos enterando. Por eso, desde hace tiempo intento que no os suponga un problema el que alguien sepa vuestras notas si estas no son como queréis; no lo hago por haceros daño o despiste, sino para haceros ver que todo en esta vida hay que tomarlo con calma y naturalidad, exigiéndonos pero sin que esa autoexigencia o esa exigencia a los demás nos mate de una enfermedad o un disgusto. Os repito: las notas en la escuela son importantes, claro que lo son, y os abrirán o cerrarán caminos. Tal vez os esforcéis muchísimo y no logréis entrar por el camino que os ilusiona. O tal vez dudéis mucho a la hora de elegir ese camino si tenéis demasidas puertas abiertas. Por eso, ni es tan malo que se os cierren algunas (porque os evitará darle tantas vueltas al asunto) ni es tan malo que se os abran muchas (porque podréis escoger entre varias posibilidades). Pero aunque las notas sean condicionamientos para conseguir ese futuro, no me gusta veros sufrir como ayer; no me gusta y os entiendo a la vez, porque todos los mayores hemos pasado por ahí. Yo os digo dos cosas:

- Nadie que tenga todo 10 es mejor que otro que tenga todo 0; quiero decir, cada uno tiene una capacidad diferente para llevar a cabo las cosas, y nadie es capaz de hacerlo todo bien; siempre hay parcelas de la vida en donde seguro nos vemos inseguros o débiles. Y los grandes cerebros también sacaban malas notas y tenían muchas dudas. Hay gente que se pone tan nerviosa por haber estudiado tanto que a la hora de la verdad no rinde como sabe, le entran las ganas de ir al servicio, no sé, mil cosas que no dejan hacer un buen examen. Yo, por ejemplo, en los exámenes suelo ser lenta, no como cuando os escribo, porque esto me sale del alma. En los exámenes hay que saber bien qué decir, qué será lo más correcto, hay que seleccionar bien y eso no es fácil. Así que, como os digo, incluso los grandes genios como Albert Einstein eran torpones en la escuela y sus profes creían que no llegarían a nada. Os pego algo que he leído en un artículo sobre él:

Por ejemplo, el profesor de Albert Einstein escribió: “Este chico no llegará nunca a ningún sitio”. Tampoco es que fuera un desastre (se ha exagerado mucho este aspecto), pero es cierto que sus maestros encontraban al joven Einstein lento y se quejaban de que reflexionaba demasiado antes de contestar a una pregunta. No conseguía aprender nada de memoria. No entendía las reglas y las órdenes. Rechazaba practicar deporte y esto lo llevó a aislarse. A los 16 años fue rechazado en una primera prueba de acceso a la Escuela Politécnica de Zurich por sus malos resultados en letras. Pese a ser excelente en matemáticas y física, era flojo en francés (se acababa de mudar a Suiza y no conocía el país), geografía y dibujo. Años después, el padre de la teoría de la relatividad dejó para la posteridad una de sus célebres frases sobre el tema: “La educación es lo que queda después de que uno ha olvidado lo que aprendió en la escuela”.

- Y, segunda cosa: aunque creáis que vuestro futuro se trunca por vuestra culpa, por no haber sabido tener mejores notas, tal vez os deis cuenta de mayores de que lo que hicisteis como alternativa os esté dando más felicidad que lo que pensabais que sería lo mejor. Solo tras la experiencia podemos saber si lo que pensábamos era o no cierto. Y no os atormentéis tanto por no saber qué escoger, qué vida vivir; escucháis demasiada información y es normal estar indecisos. Cualquier cosa que decidáis os hará avanzar y aprender y si luego veis que no era lo que queríais, siempre podréis hacer con vuestra elección algo que os merezca la pena. Otro ejemplo para esto: Si yo me llego a ir de clase los primeros días en que empecé a ser maestra, me hubiera perdido una de las mayores felicidades que podéis encontrar en este mundo: conocer, ayudar, escuchar, estar ahí, ser cómplices, guiar, recuperar a alguien de las tinieblas... Pues, fijaos, yo me quise ir porque no me gustó nada el principio de mi primer año de clases y lo pasé muy mal y lloré mucho. Pero todo se va viendo de otra manera cuando cogéis experiencia y domináis aquello que creíais siempre se os iba a atragantar. Siempre que podáis enfrentaros a las cosas aunque os estéis muriendo de miedo. A veces no tendréis más remedio para sobrevivir y otras será vuestro propio coraje el que os impulse. Confiad en la vida, que os dará mucho si ponéis mucho en ella.

No os retéis por notas; retaos por ser los más nobles, los que mejor sepáis estar en este mundo y aceptar las derrotas. Siempre serán enseñanzas y os harán grandes aunque paséis desapercibidos. La grandeza la sentiréis muy dentro: se llama serenidad.

La tutora

martes, 17 de enero de 2017

LO QUE SOMOS Y SEREMOS

Hola, chicos. Quería deciros algo respecto a lo que me comentáis en las tutorías o al final de las clases. No es fácil pasar mucho tiempo junto a otras personas sin sentirnos juzgados o mal entendidos; siempre pasa, aunque esas personas sean de nuestra sangre. No es fácil entenderse porque cada uno ve las cosas de manera diferente. Nadie tiene la razón absoluta como os decía ya a principios de curso, sino que cada persona tiene sus necesidades y sus características y según eso actúa. Por ejemplo, hay personas a quienes les encanta ayudar a los que creen necesitados y a veces hacen cosas sin permiso que pueden hacer pensar a los que reciben esa ayuda que son débiles o pequeños o muy niños. Si Fulanita cree que defender a Menganita ante una injusticia es bueno, lo hará sin pedirle permiso, porque pensará que su acto va a beneficiarla y porque la quiere. Sin embargo, Menganita puede pensar que Fulanita la está defendiendo porque no confía en que ella sola sepa hacerlo; es decir, Menganita puede pensar que Fulanita la ve debilucha y por eso le quiere sacar las castañas del fuego, y se pondrá triste o se enfadará con ella.

Este lío que se me acaba de ocurrir lo escribo para que entendáis que no siempre ayudar a otros es bueno; a veces les hacemos daño. Si nuestra madre continuamente nos está preguntando si hemos hecho las tareas, si sabemos hacerla, etc., nos puede parecer que no confía en nosotros, con lo grandes que somos ya para saberlo hacer solitos. En esos casos, a veces, contestamos mal a la gente que se preocupa por nosotros, porque realmente pensamos que sobra esa preocupación y que nos está controlando demasiado. Son complicadas las relaciones humanas, siempre, y yo suelo decir que si dijésemos todo lo que pensamos en cada acto tal vez sería más fácil quererse. Pero también pienso que no siempre es bueno decirlo todo, porque casi nunca conocemos lo suficiente a las otras personas como para poder valorar lo que hacen o dicen. Un día al escucharlas nos puede parecer que esas personas son algo débiles porque, por ejemplo, se estén quejando de algo que para nosotros no tiene importancia; otro día nos puede parecer que esas mismas personas son muy sabias porque han hablado muy bien delante de mucha gente y no se han puesto nerviosas; otro día nos puede parecer que esas personas son muy malas porque nos han hablado mal para corregir una actitud que no debía ser, y otro día podemos darnos cuenta de que esas mismas personas que antes nos parecían malas son en realidad muy buenas porque están haciendo lo que creen mejor para nosotros y se están peleando incluso con otras por defendernos.

Nadie tiene la verdad de nada, eso es lo que debéis intentar entender, y cada día que pasa se ven las cosas de manera diferente. Alguien dijo una vez que había que caminar hasta que nos alcanzara la vista y que una vez allí seríamos capaces de ver más allá. Es una metáfora de la vida, de lo que somos hoy y seremos mañana, porque nunca somos los mismos cada noche que nos acostamos. Siempre vamos aprendiendo cosas de nosotros, de cómo somos y por qué reaccionamos como lo hacemos, y siempre vamos aprendiendo cosas de los demás, de cómo son, de cómo son en los momentos en que los tratamos. No puede decirse: "Esta persona es así", sino que cada etapa de su vida será como pueda ser según las circunstancias que tenga. Por eso no es bueno etiquetar a nadie, porque hoy podemos ser graciosos si así nos hacemos más fuertes ante los demás, mañana podemos ser serios porque los demás no nos imponen tanto y somos más naturales, etc. La esencia de cada uno va por dentro, es invisible, y por eso aunque riñamos, juzguemos, digamos... es bueno pedir disculpas cuando comprobamos que hemos hecho daño por creernos con la posesión de la verdad.

Y lo más importante, lo más, es saber con qué intención estamos diciendo o haciendo las cosas; si esta intención es buena -para nosotros-, no debe hacernos sufrir tanto cómo sean escuchadas nuestras palabras o cómo sean vistos nuestros actos. Cada cual pensará de una manera y no podemos arreglar el mundo solo con ser nosotros mismos. Podemos trabajar y tener amistades a las que ayudar para mejorar este mundo, pero no necesariamente en el trabajo seremos siempre felices aunque nos guste, ni tampoco necesariamente haremos felices a nuestros amigos aunque nos empeñemos, pues la felicidad es algo que siente cada uno muy dentro de sí, y no depende de la fuerza con la que otros nos la ofrezcan. No os sintáis culpables por no saber cómo querer a los demás. Nadie saber quererse a sí mismo sino hasta que crece mucho -y, a veces, tampoco-, así que no será fácil que admita que otros lo/la quieren sin hacer grandes esfuerzos para ganarse eso tan grande. Tendemos a pensar cuando alguien nos quiere mucho que tarde o temprano se acabará, y que si no hacemos algo para que se sienta orgulloso/a de nosotros, nos desatenderá. No pasa nada si alguien que hoy nos quiere mucho mañana no nos dice ni hola; a lo mejor es que ese día está muy agobiado/a y ni se ha acordado de que estamos necesitados de ese hola. A lo mejor da tanto por hecho que sabemos que nos quiere que no necesita demostrárnoslo. Eso pasa mucho. Normalmente damos muchas cosas por hecho. Y el problema viene cuando tenemos días sensibles y necesitamos un abrazo porque no nos sentimos tan valiosos como otras personas; el problema viene cuando ese abrazo no llega en el momento justo.

Todo esto que tal vez os suene extraño lo entenderéis algún día. Ahora mismo lo que yo os aconsejo es que sigáis estudiando como lo hacéis (que los exámenes no están tan mal como pensaba...), que penséis en qué os gustaría convertiros en esta vida y que hagáis lo necesario para lograrlo. Aunque creáis que no podréis llegar, a medida que vayáis creciendo iréis perdiendo miedos y culpas, y os iréis haciendo fuertes para lograr vuestras metas. Sobre todo, no dejéis de retaros a vosotros mismos, aunque un profesor, un padre, un amigo... os haga creer con sus palabras que no va a merecer la pena. A veces hablamos sin saber bien lo que estamos diciendo, y a veces hablamos midiendo demasiado bien lo que vamos a decir y tan bien lo medimos que nos queda precioso pero no llega a nadie, porque no es la auténtica verdad de lo que sentimos. La naturalidad es algo que os abrirá muchas puertas y también os cerrará otras tantas. Ahí debéis elegir vosotros cada vez, según como cada uno vea que es mejor para avanzar.

Yo os apoyo y aunque me equivoque intentaré siempre deciros cómo veo las cosas cuando me preguntéis.

Un abrazo muy grande para cada uno de vosotros, todos sois mis preferidos. Y nadie es perfecto en todo, quien hace muy bien una cosa es seguro que tiene dificultades en otra, pero lo que pasa es que no lo sabemos. Solo se conoce a la gente cuando pasamos con ella las 24 horas de cada día, y tampoco eso nos lo asegura. Así que no sufráis tanto por pareceros a otros mejores, o porque nadie os valore especialmente, pues todos sois especiales ya.

Vuestra tutora que os quiere



> Hoy es la primera vez que he visto a Juan Jesús sonreír de verdad, como para él solo, sin medir el efecto de ese gesto en otros, y fue hablando de una profesión que le gustaría llevar a cabo y que nadie -ni su madre- sabía. Ojalá vaya tras ello, porque seguro que lo hará genial. Espero que pueda leer esto también. Te esperamos de vuelta.


domingo, 15 de enero de 2017

MASA

Os recuerdo que tenéis tarea en el blog por hacer y no se me olvida... Hoy os dejo otra actividad complicada, a ver quién la resuelve. Se trata de decir con qué sentido el poeta César Vallejo escribió este poema. Podéis pedir ayuda a vuestros padres y/o hermanos para resolverlo; es un mensaje tremendamente hermoso el que da. 

Y otra regañina: Debéis estudiar más, los exámenes están regulares, muy regulares.


MASA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!».
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!».
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!».
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate, hermano!».
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...
 
 

jueves, 5 de enero de 2017

¡FELICES REYES!

¡Hola, mis chicos...! ¡Cuánto tiempo! Ya el virus raro me dejó tranquila y estoy deseando veros a la vuelta y que me contéis qué tal habéis pasado las navidades. Siempre esta época del año une a las personas y eso es bonito, ¿verdad? En clase hablaremos de todo y os pediré que me escribáis al respecto, que nos queda mucho curso y hay que aprender bien bien a escribir. Pero, sobre todo, vamos a seguir aprendiendo a ser personas y a querernos y perdonarnos porque, al final, es lo único que importa: el cariño.

Os quiero y os deseo que los Reyes se porten genial. Y este trimestre vamos a darle más duro todavía, ¿eh? ¡¡A por ello y dulces sueños!!